sábado, 16 de noviembre de 2013

A la escalera



 A la escalera 

No puedo liberarte
de la agonía de lo estático
de ser la sierva
de la prisa o la lentitud
ni tus peldaños deshacerlos
en las piedras que fueron
y esparcirte
donde el viento y la sed.
Nunca podré hacerte otra.
Sólo puedo ser tu cómplice en la impotencia
y detenerme cada vez más en ti
como un viajero
a quien nadie espera en los suelos que antecedes
en los espacios
de este recinto custodiado por una imagen.
No puedo salvarte.
Estoy reducida como tú, sin alas.
Déjame ser alguien más
que pasa sobre tus sueños.



Del libro “Días muertos de una isla”

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